La teoría clásica pretendió desarrollar una nueva filosofía empresarial,
una civilización industrial en que la tecnología y el método de trabajo constituyen las más importantes
preocupaciones del administrador. A pesar de la hegemonía de la teoría clásica y del hecho de no haber
sido cuestionada por ninguna otra teoría administrativa importante durante las cuatro primeras décadas de
este siglo, sus principios no siempre se aceptaron de manera sosegada, específicamente entre los
trabajadores y los sindicatos Estadounidenses. En un país eminentemente democrático como los Estados
Unidos, los trabajadores y los sindicatos vieron e interpretaron la administración científica como
un medio sofisticado de
explotación de los empleados a favor de los intereses patronales. La
investigación de Hoxie fue uno de los primeros avisos a la autocracia del sistema de Taylor, pues comprobó
que la administración se basaba en principios inadecuados para el estilo de vida estadounidense.
En consecuencia, la teoría de las relaciones humanas surgió de la
necesidad de contrarrestar la fuerte tendencia a la deshumanización del trabajo, iniciada con la aplicación
de métodos rigurosos, científicos y precisos, a los cuales los trabajadores debían someterse forzosamente.
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